Ante esta situación de despedidas tan difíciles, de muertes tan inesperadas… De procesos vividos desde la impotencia, desde el aislamiento, desde la soledad, desde el vacío…, de tantísimo dolor compartido… es importante que entre todos nos sostengamos. Y para ello, que nos escuchemos y nos validemos.
Para empezar, que validemos cómo cada uno puede vivir sus propios significados. Todos vamos dando significados a las cosas, tal y como van sucediendo, muchos vamos viendo señales y las vamos interpretando. Esas interpretaciones en muchas ocasiones se pueden convertir en verdades personales que tienen sentido dentro de una biografía y de una vida compartida. En estos momentos más, y como tales, hay que validarlas.
Si interpretas que tu ser querido recién fallecido se está despidiendo de ti porque desde que falleció no ha parado de nevar…, es perfectamente válido. Te hará bien contemplar esa nieve caer, ahora y cuando vuelva a caer, y dejar que te hable de él o ella. Puede ser que la serenidad, suavidad y frescura con la que la nieve cae, te hable de los momentos serenos, suaves y frescos suyos. Y es bueno que lo recuerdes así.
De la mismo forma es importante aprender a vivir el presente y, aunque suene duro, la muerte como liberación. Ya no hay dolor. Ahora tu ser querido descansa en paz. Tan importante como expresar la tristeza de que ya no está, o de expresar la rabia que te genera la impotencia, es importante no engancharse al dolor vivido en el pasado, no engancharse a los días malos sufridos. Eso ya es pasado y eso ya no está sucediendo. De hecho, y otra vez sonará difícil, tu ser querido dejó de sufrir en el momento de la sedación. Es importante ser consciente de que ahora ya no sufre. Ahora descansa y descansa en paz.
Por último algo que nos puede ayudar mucho también, es hacer una transformación del vínculo que teníamos con nuestro ser querido fallecido. Cada uno de nosotros teníamos una vida hecha contando con él o ella. Ahora sentimos que este vínculo se nos ha roto, porque ya no está. Nos hará bien saber que ese vínculo no tiene porqué desaparecer, sino que se puede transformar en otro diferente. Podemos pasar de vivir acompañados por una persona de carne y hueso a vivir acompañados por una ángel de la guarda. Y descansar en él.
Podemos pedirle fuerzas a nuestros ángeles de la guarda para sobrellevar esta situación, tenerlos como referente o guía, ya que ahora ellos son los que están en plenitud y los vulnerables somos nosotros.

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