El duelo es un proceso natural, que se desencadena tras la pérdida de un ser querido. La mayor parte de las personas tardan entre 1 y 3 años en procesar su duelo pero también se puede complicar por distintas razones:
– El tipo de vínculo con el fallecido: puede haber sido muy cercano, muy distante y ambivalente. Los ambivalentes tienden a complicarse más.
– El parentesco; los fallecimientos de parejas y de hijos son más difíciles de digerir
– Las circunstancias del fallecimiento: traumáticas, violentas, no esperadas y no aceptadas también son factores de riesgo de duelo complicado.Y, sobre todo, la historia de pérdidas previas que han sido convertidas en bloqueos y frustraciones, y que se van a ir repitiendo también en esta ocasión.
¿Por qué acompañamiento en duelo?
En muchas ocasiones se necesita de un acompañamiento específico de duelo. Y muchas otras veces, el acompañamiento facilita a las personas su travesía.
La intervención en duelo es diferente a otras intervenciones porque el duelo tiene peculiaridades que hay que trabajar de manera particular. El duelo es como una travesía por el desierto, muchas veces parece que estás perdido y es desolador, pero estás avanzando.
Una persona que sepa acompañarte te irá diciendo por dónde vas. Además el duelo es un proceso activo, no pasivo. Se trabajan aspectos que a una persona sola no se le ocurren, y cuando camina en compañía, los acomete. Estos son, entre otros;
– la toma de conciencia de la cantidad de duelos, pérdidas y frustraciones que podemos tener por ahí sin resolver, o sin trabajar.
– la toma de conciencia respecto a lo que necesito resolver y en qué punto y cómo me bloqueo. ¿Cómo he aprendido a incorporar mis perdidas? ¿las incorporo o las acumulo y se me va generando cada vez más ruido?
– el ruido que me interfiere actualmente: es decir, cómo los duelos pasados interfieren en la vida presente. Un duelo pasado bloqueado me influye en mi vida actual, en mi forma de relacionarme, de establecer vínculos (más desconfiado o más seguro) con pareja, hijos y demás personas, incluso en las relaciones laborales.
¿Individual o grupal?
Ambos formatos tienen sus beneficios.
El acompañamiento individual permite una gran intimidad, atención completa para ti y espacio y tiempo para profundizar en tu propio proceso.
Sin embargo, el acompañamiento en grupo tiene algunos beneficios que consideramos importante reseñar. Por un lado, lo que el terapeuta no alcanza lo alcanza el grupo. Lo que la persona no ve, lo ve el grupo.
Por otro lado, las personas en duelo se sienten muy incomprendidas. Cuando están con otros en igual situación su percepción cambia. Se expone la propia vulnerabilidad delante de otros sabiendo que cae en buenas manos. Los otros se convierten en testigos de tu proceso y te ayudan en el avance. El duelo se normaliza.
Además están los vínculos que se generan, el apoyo y la comprensión que hay entre los miembros va más allá que cualquier terapia. A los meses de comenzar el grupo los miembros han conectado tanto que el terapeuta empieza a tener la sensación de que marcha solo. Ya no le necesitan. No es cierto, pero esa es la sensación.